Entrevista a Clara Leizaola
La casa vacía
Porque ellos salían, a la tarde salían a las siete, a la mañana, entraban a las nueve de la mañana, salían a la mediodía, y luego, no, no… sé a qué hora entrarían, salían a las siete, y yo me acuerdo, cuántas veces me acuerdo, que salíamos de… de la escuela, y íbamos mi hermano y yo, porque la… mi hermana era más pequeñita, y le tenía aquella, mujer, íbamos mi hermano y yo a casa, pero si era en invierno…, si era verano no nos importaba, no entrábamos a casa, teníamos llave de casa, pero si era en invierno, no entrábamos igual, allí jugando en la calle, pero si era en invierno, tenía… queríamos entrar en casa, ¡ay, qué fue, que era aquello! entrabas en casa, y la casa es esas pequeñas de la Unión Begoñesa, tenían entrada por la calle, y luego como un patio que llamábamos, que tenía, una puerta pa’ salir, de la cocina salíamos allí al patio, y mi hermano y yo entrábamos allí, cantando a voz en grito, pero…, “Ángel, tengo miedo”, “Pues yo también”, “¡Ah! pues vamos a salir al patio”. Y salíamos al patio, y allí pasábamos un frío